800 AÑOS DEL PRIMER PESEBRE DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Loja.- Este 2023 se cumplen 800 años de la escenificación del Pesebre que celebró Francisco en Getxo del nacimiento de Jesús en el año 1223 un 25 de diciembre Francisco por supuesto un poco antes, pero él quiso celebrar manifiesta el Director de la parroquia Eclesiástica de San Francisco, Padre Ángel Ibarra Bastidas.

Recuerda que el primer Pesebre, recreado en Italia por San Francisco de Asís. El santo fue el impulsor de la escenificación del primer Belén, o portal de Belén, como llaman también al Nacimiento del Niño Jesús. San Francisco de Asís quiso destacar la humildad con la que nació el Hijo de Dios.

Según las Sagradas Escrituras, el portal de Belén donde vino al mundo Jesús era un establo en donde había un buey y una mula. La Virgen María, tras dar a luz al Mesías, depositó a este en el comedero de los animales (pesebre) habilitándolo como cuna del bebé, publicó Periódico Mensaje.

El religioso comenta que es Francisco el que marca esta esta tradición, digamos de los pesebres a nivel franciscano en el mundo. Entonces, pues sí, es una tradición muy linda, que se va acogiendo, pues ahora la mayoría de los hogares cristianos católicos, también tienen su pesebre y en las Iglesias también vamos a encontrar el pesebre.

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La congregación de franciscanos está celebrando con la con la Indulgencia Plenaria, es decir, que todos los que vengan a esta iglesia franciscana, se confiesen, recen el credo, un padre nuestro y un Ave María por el Papa.

Ángel Ibarra Bastidas comenta que la indulgencia plenaria significa el pagar la culpa, es decir se borra la culpa y a nivel del mundo por los 800 años, hay esa gracia concedida por el Papa Francisco de que se gane la indulgencia.

El primer Pesebre fue el viviente de San Francisco

Ya es Navidad. Tradicionalmente, los Pesebres eran animados. Tienen un “inventor”, San Francisco de Asís, quien había regresado de la Tierra Santa en 1.220 con las imágenes del lugar de nacimiento de Jesús todavía en su corazón: Belén. A menudo pensaba en ello, perdido en los recuerdos de esas emociones únicas que había sentido siguiendo los pasos de Jesús.

Y un día, durante sus peregrinaciones por los pueblos, se sorprendió al descubrir un lugar tan parecido a Belén: era el borgo de Greccio, un pequeño pueblo encaramado en la montaña a 750 metros de altura, en las faldas del Monte Lacerone (actualmente en la provincia de Rieti, en la frontera con Umbría). Un lugar encantado, rodeado de bosques llenos de helechos y robles, cuyos orígenes tienen sus raíces en el mito. Francisco incluso identificó allí una cueva, similar a la de Tierra Santa. Entonces decidió recordar la Natividad allí.

sr.pesebre

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En la representación preparada por San Francisco, a diferencia de las siguientes, no estuvieron presentes la Virgen María, San José y el Niño Jesús. La misa se celebró en la cueva con un altar portátil colocado sobre un comedero cerca del cual estaban los dos animales recordados por la tradición, es decir, el burro y el buey.

La primera descripción del Pesebre viviente que montó san Francisco se la debemos a Tommaso da Celano (1190-1265), fraile franciscano, escritor y poeta, así como autor de dos Vitae de San Francisco. En la primera Vita nos da una descripción más detallada de la noche en la que se instaló el primer Pesebre en Greccio, historia que luego retoma Bonaventura de Bagnoregio en la Leggenda Maggiore (Leyenda Mayor):

“Los frailes se juntan, la población se apresura; el bosque resuena con voces, y esa venerable noche resplandece de luces, solemne y sonora con armoniosas alabanzas. El varón de Dios [Francisco] estaba ante el Pesebre, lleno de piedad, mojado de lágrimas, rebosante de alegría. El rito solemne de la Misa se celebra sobre el comedero y Francisco canta el Santo Evangelio. Luego predica a la gente que lo rodea y habla del nacimiento del pobre rey al que […] llama ‘el niño de Belén’. Un caballero virtuoso y sincero, que había dejado la milicia y se había familiarizado mucho con el hombre de Dios, Messer Giovanni di Greccio, afirmó haber visto, dentro del comedero, un hermoso bebé dormido que el beato Francisco, abrazándolo con los dos brazos, parecía despertar del sueño”. (Buenaventura, Legenda mayor, XX.)

En su Pesebre están representados los tres Magos que adoran al Niño Jesús junto con San José. La estatua de María, que lleva al niño en brazos, es en realidad una estatua del siglo XVI; aunque tras una reciente restauración, se ha podido plantear la hipótesis de que la obra es la estatua original parcialmente esculpida en el siglo XVI.

También es interesante que Arnolfo solo terminara en los más mínimos detalles las partes visibles para el espectador; en cambio, las partes más ocultas están esbozadas. Arnolfo probablemente creó la primera representación plástica del Pesebre, esculpiendo ocho estatuillas en 1291 que representan a los personajes de la Natividad y los Magos. Las esculturas supervivientes del primer Pesebre de la historia, inicialmente insertadas en una capilla dedicada a la Natividad en el pasillo derecho de la Basílica de Santa María la Mayor, ahora se encuentran en la cripta de la Capilla Sixtina que lleva el nombre del Papa Sixto V, también en la Basílica de Santa María la Mayor.

Niccolò IV, nacido Girolamo Masci (Lisciano, 30 de septiembre de 1227 – Roma, 4 de abril de 1292) fue uno de los protagonistas de la cultura medieval. De hecho, su nombre está asociado con las Universidades de Montpellier, Gray, Ascoli y Macerata, pero también con el inicio de la construcción de la Catedral de Orvieto y las intervenciones de restauración de las basílicas de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor, en el marco de un proyecto destinado a adaptar la liturgia y la iconografía mariana occidental a la oriental, en la indomable esperanza de la reunificación de las dos Iglesias.

También es responsable de la refundación de la ciudad de Cagli en 1289, que se cree que se llevó a cabo sobre la base de un diseño de Arnolfo di Cambio. Según varios estudiosos (como Bellosi, Brandi, Nicholson), el encargo a Cimabue y a los pintores romanos de la decoración de la Basílica superior de San Francisco de Asís está vinculado a su pontificado, testimonio del favor de que gozó ese lugar con él.

El primer papa franciscano encargó en 1292 el primer Pesebre de mármol nuevamente a Arnolfo di Cambio para la Basílica de Santa María la Mayor de Roma y al orfebre Guccio di Mannaia el espléndido cáliz hecho en oro, plata dorada y esmaltes translúcidos. Una verdadera obra maestra de orfebrería italiana, como homenaje a la basílica de Asís.

Artistas como Arnolfo di Cambio, Pietro Cavallini e Iacopo Torriti trabajaron para Niccolò IV. A partir de ese momento la costumbre de los Pesebres inanimados se extendió por todo el mundo cristiano. Por tradición, tanto en Italia como en otros países, el Pesebre se conserva hasta el día de la Epifanía, cuando se colocan las estatuillas de los Magos frente a la Sagrada Familia, o incluso hasta el día de la Candelaria.

Así surgió el Pesebre

En 2019 al firmar la carta apostólica Admirabile signum, el papa Francisco recordó que la historia de los pesebres de Navidad se remonta a días posteriores al 29 de noviembre de 1223, cuando el pontífice Honorio III le aprobó en Roma la Regla a San Francisco de Asís.

“Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello (pobre) quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”, escribió el Sucesor de Pedro y difundió AciPrensa.

Quince días antes de la Navidad de aquel año, en Greccio (Italia), explicó el citado medio, el santo le expresó a un hombre llamado Juan (Giovanni Velita) que deseaba “celebrar la memoria del Niño que nació en Belén” para “contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”.

La importancia del Pesebre

Para el papa Francisco, el Belén “es desde su origen franciscano una invitación a ‘sentir’, a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación” y “una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.

En su carta apostólica, difundió AciPrensa, el pontífice argentino destaca que el “corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús”, porque “Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos”.

Para el Papa, montar un Pesebre “se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.