Cómo lidiar con la ola de desinformación ante elecciones clave en todo el mundo

Por: DAVID MAAS
LUCHA CONTRA LA DESINFORMACIÓ

Desde Argentina, donde un candidato libertario de extrema derecha ha surgido como favorito en las elecciones generales de octubre próximo, hasta los comicios de México, India y Estados Unidos en 2024, los resultados de las próximas elecciones tendrán repercusiones en las normas democráticas en todo el mundo.

A medida que las campañas se intensifican, también lo hace la desinformación que busca engañar y confundir a los votantes.

Mientras tanto, las principales plataformas de redes sociales han reducido sus esfuerzos para mitigar la difusión de contenidos falsos en sus aplicaciones. Países como Rusia y China siguen impulsando sus propias campañas de desinformación, y la creciente sofisticación de la inteligencia artificial (IA) ha incrementado las capacidades de actores maliciosos.

Patrick Butler, vicepresidente senior del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), esbozó este preocupante panorama mientras moderaba un panel sobre desinformación en torno a las elecciones en la conferencia 2023 de la Online News Association.

«Creo que es justo decir que la mayoría de la gente está de acuerdo en que la desinformación en las elecciones de 2024 va a ser peor que cualquier cosa que hayamos visto nunca», dijo.

Le acompañaron en el debate Laura Zommer, becaria Knight del ICFJ, directora y editora de Chequeado y cofundadora de Factchequeado; Jonathan Lai, editor de datos y política en Politico, y Nasr ul Hadi, también becario Knight y fundador de PROTO.

A continuación, algunos puntos clave de la sesión que los verificadores y los periodistas deben tener en cuenta al chequear y cubrir elecciones próximas.

Sé directo, y repetitivo

Es fundamental que los periodistas transmitan con claridad los detalles fundamentales de unas elecciones. Y hay que hacerlo una y otra vez.

«Intentamos en la medida de lo posible ser muy claros y directos con el lenguaje», dijo Lai, reflexionando sobre la cobertura del periódico en el que solía trabajar, The Philadelphia Inquirer, durante las elecciones estadounidenses de 2020. «No decíamos cosas como ‘Las falsas afirmaciones de Donald Trump sobre las elecciones’, sino simplemente: ‘Trump mintió'».

Para ganarse la confianza de sus lectores, Lai y su equipo de The Inquirer utilizaron recuadros para explicar sus decisiones editoriales y aclarar la jerga política. El periódico también hace periodismo de servicio en torno a las elecciones, por ejemplo elaborando guías para los votantes y mapas de los colegios electorales.

La gente no lee todos los artículos que escribes, señaló Lai. Cuantas más veces escribas un artículo similar, más gente lo verá.

El editor recordó haber escrito una serie de artículos sobre el voto en Pensilvania y cómo tardaría días en contabilizarse, pasando del rojo (republicano) al azul (demócrata). «Escribí esa primera historia en enero de 2020», dijo. «Y escribí al menos otras 10 versiones de esa historia el resto del año».

Colabora, y ve adonde está tu audiencia

El fact-checking por sí solo no puede resolver el problema de la desinformación. Tampoco puede salvar a la democracia. Los verificadores o fact-checkers deben asociarse entre sí y con quienes están fuera de la industria para amplificar sus esfuerzos. Las redacciones deben hacer lo mismo.

Hadi sugirió a los periodistas que se plantearan varias preguntas a la hora de trabajar juntos: «¿Con qué otros actores debemos colaborar? ¿Qué tipo de acciones debemos emprender para comprender el problema? En concreto, ¿cómo nos aseguramos de que la distribución de la ‘buena’ información pueda funcionar mejor?».

Los periodistas y los verificadores deben comprender mejor al público al que sirven y adaptar sus esfuerzos en consecuencia. Y también deben estar dispuestos a experimentar: averiguar qué plataformas son más populares y dónde circula la desinformación.

Factchequeado, explicó Zommer, utiliza WhatsApp para difundir sus verificaciones, ya que la desinformación entre las comunidades latinas tiende a propagarse en esa plataforma. «Si estás cubriendo algo relacionado con las comunidades hispanohablantes o latinas en Estados Unidos, deberías pensar en la desinformación en WhatsApp y buscar formas de abordarla», dijo.

Las redacciones también deben adaptar sus contenidos para llegar al público en distintos formatos. En The Inquirer, el equipo de Lai reempaquetó los reportajes en videos explicativos. Factchequeado también tiene previsto dar prioridad a los videos cortos y explicativos en su cobertura de las elecciones estadounidenses de 2024.

«Tenemos que escuchar y estar en la comunidad», dijo Zommer. «Hay gente que no cree necesariamente en los medios ni en los periodistas. Esa es una relación que tenemos que construir, y la estamos construyendo con nuestros aliados que ya tienen sus propias comunidades.»

Piensa como un troll

Intentar pensar como los trolls que difunden información falsa en Internet es una buena estrategia para los periodistas, coincidieron los panelistas. Pregúntate cómo podrías malinterpretar intencionadamente lo que estás informando, sugirió Lai.

«A veces el problema es que, incluso cuando se es preciso y justo y se hace un buen periodismo, es muy fácil que un mal actor convierta ese contenido en un arma», dijo. «Y eso significa que, por desgracia, tienes que jugar a la defensiva mientras escribes tu cobertura».

Hadi aconsejó recordar —y comprender— que la mala información también juega con las emociones de la gente.

«La mala información tiene un atractivo emocional. Se dirige a la parte emocional del público objetivo», explicó. «La buena información, en cambio, atrae a nuestra parte lógica; habla a una parte totalmente distinta del cerebro. No combaten en el mismo frente».

La IA es otro factor a tener en cuenta. Las falsificaciones profundas, por ejemplo, han proliferado, y la IA está ayudando a los desinformadores a empaquetarlas para que sean más virales, continuó Hadi: «Mientras tanto, el buen periodismo está utilizando esencialmente la IA para mejorar las bases de datos de verificación, estructurar mejor esa información, y tratar de hacerla básicamente más ‘descubrible’. De nuevo, la buena información y la desinformación están operando en frentes muy diferentes».

Prepárate desde ya

Los desinformadores siempre van por delante de los verificadores, advirtió Zommer. Lo que ocurrió en unas elecciones anteriores no necesariamente funcionará en las siguientes, o en otro país.

«No basta con que la redacción trabaje en los lugares o canales que fueron los más relevantes en comicios anteriores. Uno de nuestros desafíos es saber dónde va a informarse la comunidad latina de Estados Unidos en 2024», explicó.

Observa también de qué modo se mueve el panorama de la desinformación y adáptate en consecuencia.

«Hay numerosas comunidades distintas, sobre todo de donde yo vengo. Las dos principales narrativas del día variarán según el idioma en la India, según la región geográfica, según la comunidad», dijo Hadi. «Simplemente no tenemos suficiente infraestructura, especialmente con las grandes tecnológicas cortando la financiación no solo a los equipos electorales, sino también a las organizaciones de fact-checking».

A poco más de 14 meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los periodistas deben ponerse a trabajar… ayer.

«Habla con tu equipo. Empieza a prepararlos», recomendó Lai. «¿Qué necesitan saber? ¿Saben cómo se organizan las elecciones? ¿Cómo se selecciona a los trabajadores electorales? ¿Cómo funcionan las máquinas de votación? ¿Cómo se emiten los votos? Literalmente, ¿cómo se cuentan los votos? Son estos pequeños detalles los que se convierten en la semilla de la desinformación que vemos en época de elecciones».

Para más perspectivas sobre cobertura electoral y cómo detectar la desinformación que circula en esos períodos, visita nuestro Kit de herramientas para informar en elecciones, producido en colaboración con Chequeado y Factchequeado.

Foto de Manny Becerra en Unsplash.