Patricio Valdivieso Espinosa
pavevaldivieso@hotmail.com
Los últimos 13 años en los que ha transcurso la revolución ciudadana, en sus dos facetas: tanto en el correismo como en el morenismo, hemos visto incalculables casos de corrupción de todos los sabores, olores y colores; en otras palabras, de todos los niveles, precios y casos. Estos desfalcos, han hecho un daño incalculable, no sólo llevándose grandes cantidades de dinero, sino involucrando y enseñándole a robar a tanta gente; y lo peor de todo, es que, al parecer, sus aventuras son tan fugaces, que los fiscales, jueces y órganos de control no se alcanzan a despachar, mandando al congelador cómplice los primeros casos, para atender los nuevos casos de la semana, por ganar protagonismo mediático y no perderse el show del día.
Parecía que el famoso revolucionario que ahora nos desgobierna, contentaba a la gente con su bondad, tolerancia y disminución de la confrontación, pero realmente, nos damos cuenta que el pueblo ha sido vilmente burlado, tan sólo pasamos del Estado opresor, persecutor, intolerable, al Estado de la coima, del diezmo, del sobreprecio; porque en el Ecuador cambiamos de gobernante, más no del modelo de gobierno, ni de los acólitos que saquean o permiten los saqueos. Vemos que los abusivos y opresores se ocultaron, pero mutaron en coimadores y rufianes; entendemos que los órganos públicos que eran utilizados para perseguir a la oposición y a sus críticos, se trasformaron en entidades del encubrimiento y la impunidad; y, los que eran intolerantes, ahora se extralimitan en tapar a sus compinches, sacando a relucir la complacencia que tienen frente a los múltiples delitos de cuello verde.
Podemos ver que los saqueos, sobreprecios, coimas y diezmos, ya no son sólo formas utilizadas exclusivamente por los dignatarios para enriquecerse, sino que, involucran con toda facilidad, a los circunstanciales directores, jefes, asesores y coordinadores; sin dejar de lado, que los corruptores: vendedores e intermediarios, no sólo ganan el porcentaje legal sino también en el sobreprecio; debiendo recordar además que, nada de esto pasaría, si algunos servidores públicos de planta, hicieran bien su trabajo y denunciaran estos atracos sistemáticos que se vienen cometiendo.
Lo cierto es que, con tanto caso existente: los de alta gama, los de medio pelo y los de poca monta, también hay que ser sinceros, faltarían fiscales, jueces y cárceles para investigar, juzgar y meter presos a todos los malhechores del sector público y del sector privado, que le hacen tanto daño al erario nacional en sus diferentes niveles de gobierno. Cabe hacer hincapié que el sistema de control económico y el modelo de fiscalización política, no dan resultados, con relación a los gastos que pagamos todos los ecuatorianos. Es momento de pensar en un cambio radical del modelo, caso contrario, o buscamos las formas para obligarlos a que paren de robar, o nos habrán arrebatado la sociedad, incluidos nuestros hijos.