La SIP insta a López Obrador a frenar agravios contra periodistas

Pide al presidente de México evitar que sus críticas incentiven a los violentos.

Miami.- (@srradioEc).- La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) envió hoy una carta al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en la que lo exhorta a que suspenda el discurso estigmatizante contra la prensa, ante el temor de que pudiera estar dando «carta blanca a la delincuencia para acallar» a los periodistas.

El presidente de la SIP, Jorge Canahuati, y el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información, Carlos Jornet, lamentaron el asesinato de cuatro periodistas mexicanos en enero. En la misiva, le exhortan al Presidente a afrontar «la gravedad de la hora con toda la energía y decisión que sean necesarias y que en ese marco suspenda todo discurso estigmatizante contra medios y reporteros».

Canahuati, presidente ejecutivo de Grupo Opsa, de Honduras, y Jornet, director periodístico del diario La Voz del Interior, de Argentina, instan al Presidente «a ratificar su compromiso pleno con las libertades de expresión y de prensa y que su administración evite ataques, agresiones e insultos que terminen otorgando carta blanca a la delincuencia para acallar a quienes denuncian el avance del narco y la corrupción».

«Cuando se calla la voz de un periodista, señor Presidente –agrega el mensaje–, se ahoga la libertad de expresión, se aborta el debate ciudadano, se apaga el reclamo de justicia, se neutralizan los intentos de investigar la corrupción, el crimen organizado, la narcodelincuencia». Y continúa: «Denigrar a la prensa desde la cima del poder no es un juego dialéctico, una esgrima verbal sin consecuencias. Y menos aún en horas oscuras como las que vive México por esta ola de violencia».

El texto completo de la carta es el siguiente:

«Estimado señor Presidente:

Con gran alarma y renovada preocupación observamos la aceleración de la ola de violencia que sacude al periodismo mexicano y conmueve a la ciudadanía de ese país y de América toda.

Enero ya era uno de los períodos más trágicos que se recuerden; el que marcaba un punto de conmoción que debía movilizar a toda la sociedad a decir basta. Basta de violencia, basta de impunidad.

Pero todavía había más. Y el último día del mes, autores hasta ahora desconocidos –aunque todo indica que vinculados con el crimen organizado– se cobraron una víctima más. De tal modo, 2022 ya acumula casi la mitad de periodistas asesinados que se registró en todo el año pasado. Que ya era, a su vez, un período de elevada violencia contra la prensa.

Cifras recogidas por organizaciones internacionales de periodismo señalan que en lo que va del siglo son casi 150 comunicadores abatidos, a un promedio de siete por año. Y en la actual administración, son más de 50 los asesinatos perpetrados contra personal de prensa. Con el agravante de que menos del 10 por ciento de los autores fueron condenados.

Por esta realidad, que seguramente el señor Presidente no desconoce, entendemos que urge la necesidad de disponer medidas concretas que pongan un dique a la ola de violencia y de impunidad.

Reiteradamente se ha dicho, en la gestión actual y en anteriores, que se van a «reforzar los mecanismos de protección a periodistas», pero hasta ahora todas las acciones implementadas demostraron ser insuficientes e ineficaces.

La clase política en su conjunto debe tomar conciencia de que la libertad de expresión está jaqueada. Y que si eso pasa, la democracia mexicana está en peligro.

Es por ello que también la sociedad debe asumir que los asesinatos de periodistas son una lacra que debe tener fin y que en modo alguno pueden ser naturalizados.

Se escuchan voces que minimizan los hechos, que argumentan que nadie reclama por los miles de muertos que México lamenta cada mes. Es cierto: cada vida vale; toda persona es importante. Pero cuando se asesina a un periodista o a un dirigente social no se mata a una persona: se busca silenciar una voz que representa los reclamos de cientos, de miles de personas y que, al sacarle la careta a la delincuencia, puede impulsar acciones que ayuden a frenarla.

Cuando se calla la voz de un periodista, señor Presidente, se ahoga la libertad de expresión, se aborta el debate ciudadano, se apaga el reclamo de justicia, se neutralizan los intentos de investigar la corrupción, el crimen organizado, la narcodelincuencia.

Esta es la razón por la que nos dirigimos a usted por esta vía para solicitarle afronte la gravedad de la hora con toda la energía y decisión que sean necesarias y que en ese marco suspenda todo discurso estigmatizante contra medios y reporteros. Porque esa práctica, de por sí atentatoria de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión aprobada en 2000 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, representa hoy un aliciente para que los violentos descarguen su furia asesina sobre periodistas indefensos.

Seguramente hay periodistas que cometen errores, que no ejercen su actividad con suficiente profesionalismo. Pero los líderes políticos deben estar abiertos siempre a la crítica, aun cuando les moleste; deben garantizar transparencia en su accionar; deben responder a cada imprecisión con más y mejor información antes que con improperios.

Cuando se descalifica la labor de la prensa, cuando se agrede a quienes informan e investigan, cuando se confronta con el periodismo como estrategia política, se abre la puerta a los violentos, a los intolerantes.

Denigrar a la prensa desde la cima del poder no es un juego dialéctico, una esgrima verbal sin consecuencias. Y menos aún en horas oscuras como las que vive México por esta ola de violencia. Por el contrario, es un posicionamiento claro, que, sea cual fuere su fundamentación, contradice toda afirmación de que el Estado pondrá freno a quienes quieren silenciar a los periodistas.

Lo instamos, señor Presidente, a ratificar su compromiso pleno con las libertades de expresión y de prensa y que su administración evite ataques, agresiones e insultos que terminen otorgando carta blanca a la delincuencia para acallar a quienes denuncian el avance del narco y la corrupción.

Sin más, y quedando a su disposición para analizar en profundidad eventuales medidas que garanticen el libre ejercicio de la actividad periodística, y en especial la seguridad personal de quienes la practican, le saludan respetuosamente.»