(BBC Mundo).- Los académicos se muestran cada vez más confiados en que el manuscrito de Birmingham es parte de una pieza escrita que está en la Biblioteca Nacional de Francia.
La biblioteca cuenta con el conocimiento y la experiencia de François Deroche, un historiador del libro sagrado del islam y académico del Colegio de Francia que ha confirmado que las páginas que se encuentran en París son parte del mismo Corán que está en la ciudad inglesa.
Alba Fedeli, la primera investigadora que identificó el manuscrito en Birmingham, también cree que forma parte del que está en Francia.
La importancia es el manuscrito de París tiene su origen en la mezquita egipcia.
La parte francesa del texto fue traída a Europa por Asselin de Cherville, quien sirvió como vicecónsul en Egipto cuando en el siglo XIX el país estaba bajo el control del ejército de Napoleón.
Deroche señala que se cree que la viuda de Asselin de Cherville intentó vender éste y otros manuscritos islámicos antiguos a la Biblioteca Británica en la década de 1820, pero terminaron en la Biblioteca Nacional de Francia, en París.
Pero si una parte de este Corán llegó a París, ¿qué pasó con las páginas que llegaron a Birmigham?
Deroche señala que en el siglo XIX algunos manuscritos fueron transferidos de la mezquita en Fustat a la Biblioteca Nacional de Egipto, en El Cairo.
En el camino «algunas páginas debieron haberse dispersado» y llegaron al mercado de antigüedades.
Se presume que fueron vendidos y revendidos hasta que en la década de los años 20 del siglo pasado fueron adquiridos por Alphonse Mingana y llevados a Birmingham.
Mingana era de Asiria, el imperio que abarcaba lo que hoy es Irak. Se trataba de un coleccionista cuyos viajes a Medio Oriente fueron financiados por la familia Cadbury.
«Por supuesto que no hay pistas oficiales de ese episodio, pero sí explica cómo Mingana obtuvo algunas hojas del tesoro de Fustat», indica el profesor Deroche, quien por su trabajo como académico fue condecorado con la Legión de Honor, la principal distinción otorgada en Francia.
Y sugiere que material similar que fue vendido a coleccionistas occidentales estaría aún por salir a la luz.
Fecha en disputa
Aún así, la datación del manuscrito hallado en Birmingham sigue siendo una cuestión polémica.
Gracias a las pruebas de radiocarbono se cree que data de entre 568 y 645.
Y fue entre esas fechas, en el año 632, cuando murió Mahoma, el profeta fundador del islam.
Por ello, «la persona que de hecho lo escribió pudo haber conocido al profeta Mahoma», dice David Thomas, profesor de cristianismo e islam de la Universidad de Birmingham.
El experto asegura que, de acuerdo a las pruebas, el manuscrito fue escrito en los primeros años del islam.
Sin embargo, esto contradice los hallazgos de los académicos que se basaron en el estilo del texto para determinar su origen.
Mustafa Shah, del Departamento de Estudios Islámicos de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos en Londres, señala que hay «evidencia gráfica»—como la forma en la que están separados los versos y los signos gramaticales usados— que indica que es posterior.
En esta forma incipiente de árabe, los estilos de escritura se desarrollaron y las reglas gramaticales cambiaron, y Shah señala que el manuscrito de Birmigham es simplemente inconsistente con esa fecha tan temprana.
Deroche también dice que tiene «reservas» sobre las fechas que arrojaron las pruebas de carbono.
Y es que ha habido casos en los al volver a analizar manuscritos cuya fecha ya fue establecida, el resultado ha sido distinto, insiste.