Bolsonaro entregará al sector privado la concesión de puertos, aeropuertos y trenes

(Por. El Clarín).- El flamante presidente brasileño, Jair Bolsonaro, comenzó a revelar algunos de los lineamientos económicos que adoptará su gobierno. Volcado con fuerza hacia la ortodoxia liberal, el mandatario anunció ayer un abanico de privatizaciones que incluirá aeropuertos, puertos y ferrocarriles por valor de 1.800 millones de dólares. El objetivo es ambicioso: reducir en parte el enorme endeudamiento público del gigante sudamericano.

El anuncio lo hizo el propio Bolsonaro a través de su cuenta en Twitter, un método que parece haber tomado de su par estadounidense Donald Trump, y tuvo buena acogida en los mercados.

“Rápidamente atraeremos inversiones iniciales en torno a los 7.000 millones de reales (1.837 millones de dólares al cambio actual), con concesiones de vías férreas, 12 aeropuertos y 4 terminales portuarios”, escribió Bolsonaro en la red social. “Con la confianza del inversor, bajo condiciones favorables a la población, rescataremos el desarrollo inicial de la infraestructura de Brasil”, concluyó.

La cesión a la iniciativa privada de las infraestructuras que Bolsonaro pretende incluir en su primer programa de concesiones comenzó a ser analizada por el gobierno del ex presidente Michel Temer, por lo que ya hay estudios adelantados para los proyectos. El mandatario saliente lanzó un ambicioso plan de privatizaciones en 2017 que pretendía recaudar 12.700 millones de dólares, aunque nunca se concretó del todo.

Ahora Bolsonaro retoma el plan para devolver así la confianza a los inversores y, además, atraer recursos privados que mejoren la deficitaria infraestructura de transportes de Brasil.

La crisis en infraestructura del país tuvo su momento de mayor pico con el cese de obras de gran porte a raíz de la Operación Lava Jato, que descubrió una red de décadas de sobornos y de cartelización de empresas en torno a la obra pública en Brasil, con firmas gigantes como Odebrecht y Camargo Correa en el centro del escándalo.

El programa electoral de Bolsonaro prometía “reducir la deuda pública 20% mediante privatizaciones, concesiones” y la venta de propiedades públicas. El tuit de Bolsonaro confirma que la prioridad en este plan privatizador lo tendrán las compañías ligadas a las infraestructuras de transportes.

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Entre los principales desafíos del nuevo gobierno está la reducción el abultado agujero fiscal en las cuentas públicas de Brasil -que en 2018 cerrarán en rojo por quinto año consecutivo- y el control de la deuda bruta, equivalente al 77,3% del PBI, cuando en 2014 rondaba apenas el 50%. Con el objetivo de recomponer la situación de las arcas públicas, el gobierno actual da paso ahora a la venta de empresas estatales.

Hasta hace poco Bolsonaro se encuadraba como un nacionalista típico, especialmente por su formación militar, y era antagónico a las propuestas liberales privatizadoras. Inclusive había sido muy duro con el ex presidente Fernando Henrique Cardoso por su programa de privatizaciones de los 90.

En este cambio tuvo mucho que ver el ultraliberal Paulo Guedes, actualmente ministro de Economía y hombre fuerte del Gabinete. Formado en la Universidad de Chicago y seguidor de Milton Friedman, propone dejar en manos privadas la mayoría de las empresas públicas brasileñas.

Guedes ya había adelantado el miércoles pasado que “los pilares” de su gestión serán la reforma del sistema de jubilaciones, las “privatizaciones aceleradas” y la “simplificación tributaria”. “Brasil tiene que vender activos”, afirmó el superministro, argumentando que esta medida servirá para bajar la abultada deuda pública.

Sin embargo, no hay homogeneidad total en el Gabinete de Bolsonaro. El mandatario cuenta en su equipo con varios militares que podrían representar un contrapeso al liberalismo desacomplejado de Guedes. “Bolsonaro tiene un grupo civil y otro militar. El civil, con los ‘Chicago Boys’, tiene un deseo privatizador. Pero el núcleo militar le da un valor estratégico a algunos activos del país”, explica André Perfeito, economista de la consultora Spinelli.

Además de los aeropuertos, puertos y ferrocarriles anunciados, hay renombradas empresas brasileñas que están orbitando el círculo privatizador, aunque aún no están definidas. La estrategia de Guedes es abarcar la mayor cantidad posible, incluyendo joyas estatales como la compañía de electricidad Electrobras y la petrolera Petrobras, que hasta ahora eran intocables.

Pero Bolsonaro ya le marcó el terreno al asegurar que Petrobras puede ser privatizada “en parte”, pero que no se tocará su negocio principal de explotación de crudo.

Los bancos estatales Banco do Brasil y Caixa Económica quedan también fuera del paquete privatizador porque se trata de entidades que cubren sectores como créditos inmobiliarios, agrícolas o a población de baja renta.

No obstante, los especialistas recuerdan que Guedes buscará por todos los medios impulsar su plan de saneamiento de las cuentas públicas para devolver a Brasil al “grado inversor” de las agencias calificadoras de riesgo. “Creo que Guedes va a hacer una planilla con todo lo que necesita privatizar y va a salir a negociar, una por una”, señala Perfeito.

En la lista de próximas privatizaciones fueron mencionadas la firma que actúa como agente de bolsa del Banco do Brasil, la tecnológica Serpro y la empresa de Correos, que alguna vez fue considerada estratégica en Brasil.

Jair Bolsonaro es el nuevo presidente de Brasil

(AFP).- Los electores brasileños fueron a las urnas el domingo, 28 de octubre de 2018, y decidieron que Jair Messias Bolsonaro será el próximo presidente de la República Federativa de Brasil. Candidato por el partido PSL, Bolsonaro venció la segunda vuelta de las elecciones contra Fernando Haddad, del partido PT. Excapitán del Ejército y diputado federal desde hacen 27 años, Bolsonaro asumirá el puesto el 1 de enero de 2019, cuando recibirá la banda presidencial de manos de Michel Temer, en Brasilia.

Jair Bolsonaro fue durante casi tres décadas un diputado irrelevante de Brasil, pero el domingo este excapitán del Ejército fue electo presidente, gracias a su propuesta de mano dura en un país sumido en el descontento, y pese a su discurso misógino, homófobo y racista.

El ultraderechista, de 63 años, ganó con casi 56% de los votos, frente a 44% para su adversario de izquierda Fernando Haddad.

Ya el 7 de octubre había estado a punto de obtener la victoria en la primera vuelta con 46% de los votos, y su fuerza política, el hasta entonces minúsculo Partido Social Liberal (PSL) se convirtió en la segunda mayor representación en la Cámara de Diputados.

En los últimos días de la campaña, Bolsonaro no abandonó su estilo provocador y hace tan solo una semana dio su «pésame» a la «prensa vendida», agradeció a sus seguidores porque «están salvando nuestra patria» y dijo que el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva «va a pudrirse en prisión».

En contraste con sus diatribas, también abrió la puerta a retroceder en propuestas polémicas como la de retirarse del Acuerdo de París sobre el clima.

A menudo apodado «el Donald Trump brasileño», este defensor de la familia tradicional, de Dios y del porte de armas impulsó su campaña por redes sociales, con un discurso antisistema en un país en profunda crisis política, económica y de seguridad.

Nostálgico declarado del régimen militar (1964-1985), llegó a afirmar hace dos años que «el error de la dictadura fue torturar y no matar».

– Superviviente –

Bolsonaro se hizo mucho más conocido por su retórica inflamada que por sus 27 años como diputado, en los que logró aprobar apenas dos proyectos.

A comienzos de septiembre estuvo a punto de morir cuando recibió una puñalada en el abdomen. El ataque lo llevó tres semanas al hospital, pero no lo apartó de internet.

Fortalecido tras el arrasador primer turno, mantuvo la estrategia y rechazó acudir a los debates con su rival, redoblando su ofensiva en las redes sociales, donde suma millones de seguidores.

Nacido en 1955 en Campinas, cerca de Sao Paulo, en una familia de origen italiano, este antiguo paracaidista forjó su carrera principalmente en Rio de Janeiro, donde fue elegido concejal en 1988 y obtuvo su primera banca como diputado federal dos años después.

Católico, tiene cinco hijos de dos matrimonios: cuatro varones -tres dedicados a la política- y una niña, que según dijo una vez significó «una debilidad» de sus capacidades.

– Machismo y homofobia –

Aquella no fue su primera declaración misógina. En 2003, le dijo a una diputada izquierdista que lo acusaba de incentivar las violaciones que «no merecería ser violada». Luego explicó: «No merecería ser violada porque es muy mala, muy fea».

Cientos de miles de mujeres se manifestaron antes de la primera vuelta para gritar «Él no», pero eso no frenó su ascenso.

También hicieron correr tinta sus declaraciones homofóbicas. En una entrevista con la revista Playboy, en 2011, dijo que preferiría que sus hijos «muriesen en un accidente» a que fueran homosexuales.

De cara a la segunda vuelta, con el Palacio de Planalto más cerca, Bolsonaro intentó mostrar un perfil más amable, como en la publicidad electoral en la que se emocionaba al confesar que revirtió su vasectomía para tener a su hija Laura.

Para sus más ardientes partidarios, es simplemente «el mito» y un «salvador».

En un país saturado por escándalos de corrupción y con altos índices de violencia y desempleo, su discurso «antisistema» encontró respaldo en diversas camadas sociales. Se postuló por el hasta entonces pequeño Partido Social Liberal (PSL), al que adhirió este año.

Venció además las reticencias de los mercados, anunciando que de ganar nombraría ministro de Hacienda al economista Paulo Guedes, partidario de las privatizaciones y de medidas de austeridad para sanear las cuentas públicas.

Su último golpe maestro fue conquistar a la poderosa bancada del agronegocio en el Congreso y a líderes de iglesias evangélicas, que lo vieron como la mejor alternativa para evitar el retorno de la izquierda.

Campaña electoral

Jair Bolsonaro lideró las encuestas de intención de voto durante toda la campaña electoral. Al final, él perdió algunos puntos, pero venció las elecciones. Antes de la primera vuelta, el 6 de septiembre, el candidato sufrió un ataque con un cuchillo durante un acto en la ciudad de Juiz de Fora, Minas Gerais, y pasó por dos cirugías. Con la salud debilitada, el excapitán optó por llevar sus campañas apenas en redes sociales y las campañas gratuitas en radio y televisión. Bolsonaro también evitó comparecer a los debates contra Haddad en la segunda vuelta, mismo contando con autorización médica para hacerlo.

9° presidente da la «Nueva República»

Jair Bolsonaro será el 9º presidente de la “Nueva República”, que empezó después de la Dictadura Militar. Desde entonces, Brasil fue gobernado por Neves*, José Sarney (1985 – 1990), Fernando Collor (1990 – 1992), Itamar Franco (1992 – 1995), Fernando Henrique Cardoso (1995 – 2003), Luiz Inácio Lula da Silva (2003 – 2011), Dilma Rousseff** (2011 – 2016) e Michel Temer*** (2016 – 2018)

* Tancredo tenía el inicio del mandato previsto para el 15 de febrero de 1985, pero la ceremonia no fue realizada porque el presidente electo se enfermó un día antes y falleció el 21 de abril do mesmo ano.

** Dilma, la primera mujer a ocupar el cargo de presidente de la República, tuvo el mandato interrumpido el día 31 de agosto, después de un impeachment

. *** Temer, vicepresidente de Dilma Rousseff, asumió el comando del país después del impeachment de Dilma.