Una aspirante a cronista

Por JANNETH LUNA.
Los Cronistas

Trabajo en un espacio pequeño y lo comparto con tres profesores que siempre están entrando y saliendo, cargando carpetas, cuadernos, corrigiendo exámenes, recibiendo a los padres de familia y pasando notas de trabajos y pruebas atrasadas.

Apenas son dos meses que llegué a mi nuevo empleo, tengo un escritorio que está casi vacío, una computadora y el internet que me conecta con otros mundos, otras historias, otros encuentros y en ese recorrer por el universo virtual me encuentro con una insinuante invitación:

¿Qué esperas para unirte a nuestro proyecto? Te proponemos una nueva forma de contar la vida. Una nueva forma de mirar la realidad y transformarla en palabras.

Sin pensarlo mucho me aventuro en una cadena de preguntas y respuestas. Quiero saber cómo narrar la vida.

Caty: Hola, los cronistas. Estoy interesada en el taller, recién me entero. ¿Qué debo hacer?

Rubén Darío Buitrón: ¿Cómo estás? Soy el director de loscronistas.net

Caty: ¿Me puedo inscribir aunque ya estoy a destiempo?

Los Cronistas: Sí, estás a tiempo. Es cuestión de igualarse con los materiales. Hazlo mañana temprano y me avisas. ¿De acuerdo?

Caty: Listo.

(Creo que puedo hacerlo, pero me paso en un correcorre interminable. Voy a un partido de fútbol colegial, visito la feria de las universidades y por primera vez asisto a un concurso de bastoneras. Me queda pendiente el encuentro de básquet, algunos talleres y el campeonato de fútbol de mujeres.)

RDB: Hola. Bienvenida a la aventura de escribir.

Caty: Gracias, espero cambiar el chip de boletín a crónica.

RDB: Es lo más importante. Escribimos muy rígidos, repetitivos, monótonos, como oficinistas. Acá haremos todo lo contrario. Empecemos. ¿Leíste las dos crónicas que te enviamos?

Caty: Leí las dos primeras hojas.

RDB: Veamos. ¿Cómo es eso de las dos primeras hojas?

(Apenas si había visto mi correo electrónico. Ese día, muy temprano en la mañana, estuve sentada en una banca azul, en la última fila del auditorio del lugar donde trabajo. Tomaba fotos y cogía unos apuntes, era un taller para padres que hablaba sobre las drogas en la adolescencia. Eran padres jóvenes, unos atendían, otros estaban más preocupados de la hora e inquietos, casi con un pie en la puerta de salida).

RDB: ¿No leíste todo? ¿Por qué?

(Sentí que había fallado. Había tenido un poco de tiempo y sin embargo no leí. Recordé mis tiempos de estudiante, dejando las cosas para el último. Con la diferencia que con el pasar de los años sientes el peso de la tarea no cumplida).

Caty: Tranquilo, soy buena para leer. Esto del trabajo me quita tiempo, jijiji. (Poniéndole humor a la justificación). Ya estoy en la octava hoja.

RDB: Mmmmmm. Así que queriendo que me asuste, ¿no? Bueno, ahora te haré asustar yo: “Hazme un resumen estructural de la crónica. Cómo está planteada. No la historia. La estructura del texto”.

Caty: Buen punto, ya lo hago.

(Yo había seguido periodismo, pero no sabía de qué me hablaba exactamente, se me dibujó una sonrisa de… ¡No sé! Pero…, cómo un comunicador le dice a otro comunicador que no sabe. No puedes quedar como una ignorante y te metes a internet y buscas una respuesta rebuscada).

Caty: De lo que voy leyendo me parece una narración, una historia que recoge en algunos momentos datos simples, que siguen una secuencia.

RDB: ¿Qué son “datos simples”?

Caty: Se centra en un solo personaje y construye la historia.

Ejemplo de dato simple: “A mí los cementerios no me gustan”.

RDB: No, no se centra en un solo personaje. Al contrario. Ojo, como esta es una clase-taller, te voy a corregir las faltas ortográficas también. Debes escribir de forma impecable.

(Ahí es cuando se te cae la cara de vergüenza, no leíste la historia completa e inventaste la respuesta y encima con faltas de ortografía y mecanografía. Se me tambalea el ego).

RDB: Ya. Avancemos. ¿Por qué él es tan importante en la crónica? ¿Cuál es, finalmente, su rol?

Caty: Creo que a través de él y su trabajo se va contando la historia, no solo de los desaparecidos, sino también, de los familiares, de las personas que ayudan en el proceso, de la situación política del país.

RDB: Exacto. Entonces, como ves, no es la historia de una persona. Es la historia de un país a través de una persona.

(En este punto he terminado de leer la crónica, un relato de Leila Guerriero, “El rastro de los huesos”. Sabía que era una tragedia humana, la había vivido como un hecho noticioso, no era en mi país, era en otra patria, gente que desapareció en la dictadura argentina. Con Guerriero los huesos comienzan a contar sus historias personales y las historias de un país).

RDB: En el caso de Ecuador, ¿qué historia se te ocurre que podría tener una estructura similar?

Caty: La deuda externa, se la mira como datos fríos. Este tema me preocupa porque es muy recurrente. En estos tiempos electorales mucho más.

RDB: La deuda externa… Ya, entonces, para mañana, sábado, hasta las 3 pm, te pido por favor me envíes un plan de cómo harías el tema, humanizándolo. Y nos reunimos por chat a esa hora para analizarlo. ¿De acuerdo?

Caty: Jajajajajaja, tan lindo, tú. (Risa de nervios. ¡Y cómo rayos hago eso!). Yo solo decía. Pero lo voy a hacer. Para mañana leo las dos crónicas. Chao, hasta mañana.

RDB: Gracias. Veamos cómo sale. Te envío un abrazo.

(Te quedas con la mirada perdida, preguntándote: ¿Qué hiciste? ¿Quién te mandó a inscribirte en este taller, si estabas tan tranquila? Siguiente paso, buscar en el internet: Pasos para escribir una crónica, hay más de diez hojas con posibles respuestas y sigues sin saber por dónde comenzar).

SÁBADO, 15h00

RDB: Hola. Buenas tardes.

Domingo, 15h00

RDB: Hola. Tenemos clase…

RDB: Hola. Hoy también estuve esperando desde las 3 pm, como habíamos quedado. Por favor llámame para ver qué ha pasado o si tuviste algo ineludible, pero no nos dejes así esperando, por favor. En esta semana tocará igualarte a marcha forzada.

(Desaparecí sábado y domingo, se me cruzaron esas cosas que se les cruzan a las madres los fines de semana, taller de clown y taller de teatro e improvisación, almuerzo, lavado de ropa, arreglo de casa y visita de las tías y las primas. Además de una intensa angustia y una resistencia que se colaba por mi cuerpo, no quería ya más el taller, no tener las palabras para escribir un relato me hacía sentir inútil. ¡No quierooooooooo! Para no quedar como mal educada escribí un correo de disculpa:

E-mail: Hoy por la mañana vi el correo y no sabía qué responder, tienes la razón, lo que te puedo decir es que no calculé bien mi interés por este taller, mi realidad, la tecnología que me falta y la frustración que me causa no saber escribir otra cosa que no sea boletines. En todo caso, pido mil disculpas por mi descortesía y me queda la inquietud de si debo continuar con el taller. Otra cosa, los fines de semana, a las tres de la tarde, definitivamente no me puedo conectar.

Quiero que sepas que no fui tan indisciplinada, leí todas las crónicas y me asombra la capacidad que tienen para escribir y llevarte por las historias. Me quedo con las crónicas de Alberto Salcedo y Leila Guerriero, fueron las que más me atraparon. Leer estas crónicas me hizo notar que no debo escribir una crónica sobre la deuda externa, porque es un tema que no conozco a profundidad).

Caty: Hola, te escribí, ya tengo dos faltas. No sé si sea pertinente seguir.

RDB: Claro que es pertinente. Lee el mail que acabo de enviarte y seguimos, este mismo rato.

Email: Hola. Claro que puedes y debes continuar. Siempre eres bienvenida. Y podemos empezar este mismo momento. Si no puedes los sábados a las 3 pm dime una hora o lo dejamos para los domingos. Lo que importa es que sigas y que no te frustres en tu empeño de aprender a escribir bien.

¿Podemos empezar? Un abrazo afectuoso.

(Leer ese e-mail me dejó tranquila, aplacó en algo mi angustia y me dio valor para decir “hazlo, no te dejes, haz lo que puedas, no abandones”. Para recompensar el tiempo perdido leí las crónicas que tenía pendientes: Las cholitas se defienden, de Alma Guillermoprieto, y Tierra de pandillas, Río de Janeiro, de Jon Lee Anderson).

RDB: Estoy de acuerdo que hacer una crónica sobre la deuda externa es muy vasto. Se la podría hacer, pero requeriría una investigación de meses (y sería una gran crónica: ¿cuánto de la actual deuda nos toca pagar a cada ecuatoriano? Al pagar la deuda, ¿qué dejamos de tener o qué estamos sacrificando?

Pero no vamos a hacer el tema de la deuda. Vamos a hacer un tema que lo lleves en el alma y puedas expresarlo en palabras escritas.

Caty: Mira, lo estuve pensando. Después de leer las crónicas, incluso leí un escrito tuyo sobre el día de tu matrimonio con María.

RDB: Ah. ¿Y qué te pareció?

Caty: Me gustó, me llegó. Muy tierno el poder expresar en palabras escritas ese momento. No se me lo hubiera ocurrido. Pero me ayudó a ubicar algo que es más cercano para mí.

RDB: Ya. ¿Qué tema crees que la prensa no toca con la profundidad o persistencia necesaria y debería hacerlo para sensibilizar a la sociedad?

Caty: Escribí esto:

SEPARADA A LOS 45

Esta fecha la tengo muy clara, 21 de abril, y la recuerdo porque tengo la costumbre de llevar mi presupuesto de gastos de la casa, mes a mes, en una agenda color café. Fue en ese día y en ese mes que el nombre de mi ex pareja desapareció de mi libreta. Ese día, muy por la mañana, abrí la puerta de la habitación del que hasta ese momento había sido mi compañero y me encontré con una habitación casi vacía, ya no estaba la cama, en el clóset un poco de ropa vieja, y vacíos los cajones de la cómoda. Unos días antes lo había notado extraño.

RDB: ¿Qué más?

Caty: Es mi historia, pero tengo muchas amigas que están en este momento de sus vidas y la forma en cómo enfrentamos nuestro día a día.

RDB: Es una historia absolutamente croniqueable. Pero tienes que contarme más detalles. Como cuando conversas con una amiga y ella te va preguntando: ¿Y qué más? ¿Y qué más? ¿Y qué más? El final queda trunco. ¿Cómo lo habíamos notado extraño? ¿En qué sentido? ¿Cómo era la habitación? ¿Cómo era antes que él se fuera? Cómo cerraba su cuarto con llaves y eso no la hacía antes. No se entiende bien eso de que “ese mes desapareció de tu libreta”. ¿Lo borraste? ¿Desapareció por casualidad? Faltan muchos detalles, descripciones, sentimientos, gestos… No debes ser abstracta. Cuéntame bien cada detalle y verás que te sale un muy buen texto. A ver, inténtalo este rato.

(Eran tantas preguntas y no sabía cómo responderlas, habían pasado cinco años desde la separación, ya no tenía recuerdos de muchos momentos. No sé si no tenía memoria o simplemente mi mente se negaba a recordar, para mí era más fácil contar las historias de mis amigas. En ese intento de recordar me puse dramática, lo siguiente que escribí era una historia donde yo era la víctima, yo la pobre, yo la sacrificada).

RDB: Recuerda olores, sabores, ruidos, sonidos, gestos, rostros, muebles, descripción de alguna ropa, por qué entraste a la habitación y no estabas durmiendo allí, hacía frío o no, tú habías salido o dormías en otra habitación. Todo eso debe estar en la crónica.

Caty: Encuentro que mi falta de detalles está relacionado con mi oficio de boletinera.

RDB: ¿Te parece si te doy más tiempo para que lo hagas con más cuidado? Me lo envías al correo más tarde y seguimos mañana discutiéndolo. ¿De acuerdo?

Caty: Sí, por favor, me dejas pensando.

RDB: Pero me lo envías hoy. Perfectamente escrito. Que yo diga ¡¡¡waw!!! Y que me conmuevas hasta hacerme llorar o sentirme solo o triste, tal como tú te sentiste.

(De nada sirvió que me diera más tiempo para escribir, borroneé algo más, puse detalles, saqué otros: no le pude poner alma al texto, será porque entendí que en una separación hay dos responsables, no es él, no soy yo. Fuimos los dos).

(Entre tratar de escribir algo de mi vida me fui enterando cosas de la vida de mi instructor. Será ese el encanto de la crónica, que te despoja de recelos, logra cierto grado de intimidad y de confianza, te permite hablar, simplemente soltarse. Y soltarme era lo que quería, el tema que había escogido para la crónica no me llenaba. Así que intenté con otro, las bastoneras, el antes y después de una presentación, tema que no prosperó).

Caty: Ahora que estoy en el colegio, mientras les veía participar a las bastoneras, se me cruzó que se debería escribir sobre ese tema. Qué pasa antes de una presentación.

RDB: Me parece lindo el tema de las bastoneras, desde un eje periodístico que nadie ve. Exacto. Sería lindo contar eso. Me gusta mucho el tema. ¿Tú lo has hecho o tienes alguien cercana que haya sido bastonera?

Caty: No, pero me acuerdo que todas las chicas queríamos ser bastoneras y no lo logramos.

RDB: También es una buena historia contar la historia de alguien que no lo logró.

(Pensé… La crónica de una chica que no logró ser bastonera, un poco cruel, pero era cierto. Se me dibujó una sonrisa solo de pensarlo).

Caty: Hola, leí la sexta crónica. Y pensar que uno tiene escritos tantos chats que cuentan historias y uno ni cuenta se da.

Hola, Yo estoy aquí. Tenemos problemas de conexión.

Por algo será…

RDB: Holaaaaaaaaaaaaa…

RDB: No creo en esas cosas de “por algo será”. Nosotros somos quienes hacemos que las cosas sean o no sean. No. Contigo vamos a seguir hasta mediados de febrero. Pero busquemos otra hora.

Caty: Un trato es un trato, debes cumplir con el tiempo para el que estaba previsto el taller. Hasta donde se avance, me doy cuenta que hacer crónica es un proceso que toma mucho tiempo, mucho interés y muchas lecturas de crónica. Incluso es una lucha con uno mismo.

RDB: Pero contigo no hemos tenido continuidad y estoy ofreciéndote algo que me parece justo para ti. Con dos semanas más de febrero me parece que quedarás muy bien con la capacitación.

Caty: Gracias, pero me parece que es injusto para ti.

RDB: La idea es que terminemos el proceso como con tus otros compañeros. No, no es injusto para nada. A mí me gusta mucho hacerlo y tú no mereces quedar atrás. Además, tu historia quedará muy chévere si la trabajamos bien.

Caty: Gracias, entonces acepto.

(Habíamos llegado a un punto en el que no lográbamos encontrarnos por el chat, el internet jugaba con nosotros. Esa desconexión significó unos tres días de retraso, más los que ya tenía acumulado. Cosa extraña, había encontrado un maestro y un instructor como Rubén Darío, que no le importaba entregar más de su tiempo personal con tal de terminar de capacitarme y convertirme en una cronista).

Caty: Ya leí la última crónica que enviaste, qué delicia. Me deja pensando que todo lo que hacemos es una historia que puede ser contada.

RDB: ¿Por qué es una delicia?

Caty: Porque no quieres dejar de leerla, quieres saber en qué va a terminar. Incluso, de repente te conviertes en un personaje que está dentro de la historia. Caminas junto a ellos, los miras sentados en una banca en el bar.

RDB: Exacto. Es muy importante. ¿Cómo hace el autor para lograr que tú como lectora acompañes a los personajes?

Caty: Para mí es el diálogo, un vocabulario de gente común y corriente. Un gran manejo de la puntuación.

RDB: Ya, eso está muy bien. Pero, ¿qué más? ¿Cómo logras sentirte al lado de Marilyn, por ejemplo? ¿Qué hace el autor para desmitificar a Marilyn y quitarle ese velo de mujer perfecta que las industrias cinematográfica y marquetinera le dieron?

Caty: Te sientes cercana, porque la hace ver como un ser humano normal, que puede estar despeinada, sin maquillaje, que puede hablar palabrotas, que se ruboriza.

(Había terminado de leer la crónica “Una adorable criatura”, de Truman Capote, un relato sobre Marilyn Monroe, no desde la mirada de la mujer fatal sino desde la ternura, la ingenuidad, la mujer normal, la que no tiene dinero para el taxi, la que camina por el muelle, la mujer de cara lavada. Esa lectura me llevó a escudriñar la vida de ese escritor capaz de hacer un relato en el que uno siente que es parte de la narración. De alguna manera entiendes su maestría: había pasado casi toda su vida escribiendo).

RDB: ¿Te parece una estructura narrativa que podrías intentar con tu historia?

Caty: ¿Estilo Truman Capote? Sí, puedo intentarlo.

Tomado de Los Cronistas, periodismo y literatura