Patricio Valdivieso Espinosa
pavevaldivieso@hotmail.com
La democracia, entendida como la decisión de las mayorías va de mal en peor, no sólo por las reglas acomodadas para beneficiar a ciertos grupillos, sino porque la división descomunal y desenfrenada en la política, nos obliga a divisar acuerdos disimiles en extremo, donde se juntan el agua y el aceite, se aparea la honestidad con la indecencia y se funden incluso opositores que se insultaban, denigraban y denunciaban horrores, presuntamente mezclados tan sólo para ganar, y no para devolverle la esperanza a un pueblo. En definitiva se han unido al apuro entre precandidatos y no en base a propuestas o a una urgente agenda mínima que requiere el país, para salvarlo de la crisis económica, sanitaria y moral en que vivimos.
La degradación de la democracia nos está llevando por mal camino, desde que retornamos en 1979, vamos de tumbo en tumbo, pasamos: de las dictaduras al poder de los dueños de los partidos, burlándose del régimen de partidos; de los caudillismos partidistas a los independientes populistas, destrozando los principios ideológicos y doctrinarios; del populismo aberrante a las pandillas y mafias políticas camufladas en el socialismo del siglo xxi, donde robar y ser corrupto se volvió una normal costumbre; y, ahora, tal parece que, pasaremos del fallido comunismo populachero y de la neo guerrilla al gobierno de las turbas. ¿Estamos destinados a vivir en la oclocracia?
La oclocracia, proviene del griego “ochlo = muchedumbre – turba” y “kratos = poder: “el poder de la turba”, donde el poder es detentado por una masa poblacional irracional y viciosa, que se manifiesta en acciones violentas e ilegales, que nos lleva a la ingobernabilidad como resultado de la aplicación de políticas demagógicas. La oclocracia, es el populismo delincuencial en su máxima expresión, en dónde da lo mismo ganar con gente honesta que abrirle las puertas a las escorias de la política. Es decir, podríamos vivir un marcado oscurantismo, pues tendremos un gobierno que nacería viciado en los pactos chuecos con acuerdos confusos e irracionales, llenos de acciones demagógicas, ilegalidades y violencia.
Esperemos que la degradación de la democracia, no nos lleve a lo más bajo de los sistemas políticos, donde impere la zozobra en un tumultuoso camino para mantener el poder de forma corrupta, basado en manipulaciones e ilusorios acuerdos donde prime la ambición el momento de repartir la torta.
Ojalá desechemos de una vez por todas: los fanatismos, miedos y falsos nacionalismos radicales basados en artimañas, encubiertos en simples espejismos de democracia. Ojalá los ciudadanos reaccionemos y no votemos por los más mañosos de todos los tiempos, ni por los que firman pactos oscuros e injustificados, peor por los chimbadores que facturan campañas para dividir el electorado. Ojalá meditemos el voto; analicemos los proyectos que nos presenten; y, con seriedad, valoremos las propuestas serias y realizables.