(AFP).- El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, un reconocido fanático del fútbol, dijo el jueves sentirse «orgulloso» por el éxito del Mundial-2014, calificándolo de «lección» para los que no creían en su país.
En un encuentro con los corresponsales extranjeros el jueves en Sao Paulo, el expresidente (2003-2010) afirmó que está «muy feliz» y anima para que «todo termine bien».
«Estamos muy orgullosos de que las cosas que nos propusimos hacer hayan ocurrido de forma correcta» y que la Copa esté disputándose «de forma extraordinaria», declaró Lula, que luchó y consiguió que Brasil fuera escogido para organizar el Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río.
«Esta Copa va a servir de lección para los pesimistas», comentó.
Lula sostuvo que «hubo terrorismo antes de la Copa», en referencia a que en parte la prensa y «algunas personas no fueron verdaderas con Brasil e intentaron vender desgracias» sobre violencia, protestas y «caos».
Lula da Silva planteó además que la reventa ilegal de entradas para el Mundial se debe investigar. «Cuando vi las noticias de que hay revendedores, que pueden ser de la FIFA o no, quedé asustado porque significa que hay gente dentro de la institución que quiere ganar más de lo que ya está ganando, con un mercado paralelo», comentó.
Un miembro de la FIFA, del que lo único que se sabe es que no es brasileño, es sospechoso de estar en el origen de una red de reventa ilegal de miles de entradas del Mundial, informó la policía brasileña, que pidió ayuda a la organización para identificarlo.
– Una Copa «ordenada» –
El Mundial empezó el 12 de junio y se extenderá hasta el 13 de julio. Cuatro de los 12 estadios mundialistas estuvieron listos en el último minuto y hubo muchas obras prometidas de infraestructura o movilidad urbana que no se construyeron. Brasil fue muy criticado por estos atrasos e incluso tuvo fuertes discusiones con la FIFA.
«Pero lo concreto es que estamos haciendo una Copa del Mundo ordenada», insistió Lula. «Y estoy muy feliz», enfatizó.
El Mundial estuvo además en el centro de masivas protestas callejeras, que el año pasado llevaron a más de un millón de brasileños a la calle, indignados con el gasto público de 11.000 millones de dólares destinado a la organización del torneo y no a salud, educación u otros servicios públicos.
Las manifestaciones sacudieron Brasil en junio de 2013, en plena Copa Confederaciones, pero han tenido una mínima convocatoria durante el Mundial en un país que se reconoce como apasionado por el fútbol.
Por eso, Lula celebró que las manifestaciones no hayan impedido el desarrollo del campeonato. «Las manifestaciones más elocuentes son de hinchas gritando gol en los estadios», comentó el exmandatario, planteando además que «la Copa no se organizó para resolver los problemas sociales del país».
– Reelección en la mira –
Lula reconoció, sin embargo, que las movilizaciones podrían reanudarse después de que acabe el torneo, considerando que en octubre serán las elecciones presidenciales en las que su sucesora, Dilma Rousseff, aspirará a la reelección. «La sociedad está más exigente», dijo Lula. «El pueblo ahora quiere más», añadió al enfatizar el perfil social de su gobierno y el de Rousseff, su delfina política.
Según un sondeo Datafolha divulgado el jueves, Rousseff ganó cuatro puntos en los sondeos, sumando una intención de voto del 38%, por delante de sus rivales.
El exmandatario, que dejó el poder con una altísima popularidad y es una figura política de mucho peso en Brasil, cree además que Rousseff seguirá subiendo en los sondeos. «Aun cuando haya caído en las encuestas [después de las protestas de junio de 2013], sigue siendo la candidata más fuerte», consideró.
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